Este miércoles 5 de junio se espera en la Ciudad de Buenos Aires una de las movilizaciones más masivas y transversales del año. Bajo consignas diferentes, pero con un mismo eje de fondo —el ajuste del gobierno nacional— confluirán en las calles tres sectores que no suelen marchar juntos: jubilados, trabajadores del Hospital Garrahan y el colectivo feminista Ni Una Menos.                                                  El epicentro será el Congreso Nacional, pero se espera también la presencia en Plaza de Mayo y puntos clave del microcentro porteño. Desde temprano, columnas de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), agrupaciones de residentes y concurrentes de hospitales públicos, organizaciones feministas, centros de jubilados y partidos de izquierda se congregarán para rechazar las políticas de recorte, los despidos y la parálisis en áreas sensibles del Estado. Los médicos y residentes del Garrahan marcharán en protesta por los salarios congelados, la precarización laboral y la falta de respuesta concreta del Gobierno a sus demandas. Vienen de semanas de lucha y paros, y el reciente anuncio de aumentos salariales aún no fue formalizado. El colectivo Ni Una Menos, por su parte, convoca a una nueva jornada nacional a nueve años de la primera movilización contra los femicidios. Este año, el eje estará centrado en el “abandono del Estado” a políticas de género, con el desmantelamiento del Ministerio de Mujeres, la eliminación de programas de asistencia y el vaciamiento de organismos claves. Y los jubilados, quizás el sector más golpeado, se sumarán con una consigna clara: “No al veto de Milei”. En alusión al anuncio del Gobierno de rechazar cualquier mejora previsional impulsada por la oposición en el Congreso. La confluencia de estas protestas promete no solo un fuerte impacto en la calle, sino también un mensaje político claro: hay un malestar social que crece y empieza a unirse, más allá de las banderas partidarias. El oficialismo, por ahora, mira desde la Casa Rosada y refuerza la narrativa del “orden” y la “austeridad”, pero las calles parecen estar empezando a decir otra cosa.